lunes, 4 de junio de 2012

"Los trabajos y los días", de Hesíodo.

Los trabajos y los días, de Hesíodo, es una de las obras fundamentales de la literatura griega. Hesíodo habría vivido en la segunda mitad del siglo VIII a.C., e incluso hay leyendas que lo sitúan como contemporáneo a Homero.
Lo cierto es que este autor compuso la Teogonía, Los trabajos y los días y también se le atribuyen el Escudo -narración sobre las hazañas de Heracles- y otras obras menores, sobre las cuales hay discusión.
En Los trabajos y los días, Hesíodo parte de la discusión con su hermano Perses, quien le reclamaba parte de la propiedad. Ante esto, Hesíodo le contó porqué Zeus había establecido el trabajo humano.
Ante la afrenta de Prometeo, que trajo el fuego a los hombres, Zeus creó -con ayuda de otros dioses- a la mujer a partir de la tierra y el agua, siendo Pandora la primera. A ella, los seres divinos le regalaron una caja que no debía abrirse, guardando desgracias y males para los humanos. No obstante, la caja fue abierta y en ella sólo quedó la esperanza. Los hombres, pues, debieron comenzar a trabajar para ganar su sustento. También en esta obra Hesíodo formula los cinco edades, partiendo de una edad de oro, de plata, de bronce, la de los héroes -siendo los últimos los que lucharon en la guerra de Troya- y la última, en la que se vivía, que era la de hierro, la más desgraciada de todas, que tendría su fin cuando Zeus lo dispusiese.
Hesíodo da una serie de consejos sobre los trabajos en el campo a su hermano, para que se forje un porvenir venturoso y agradable a los dioses, que premian el esfuerzo con la riqueza. Le explica cuándo sembrar y cosechar, sobre las estaciones más propicias para cada actividad, así como los días fastos y nefastos. También le obsequia varios consejos sobre conductas que debía evitar, para no ofender a las deidades.
Esta obra es interesante porque pueden observarse paralelismos con mitologías del Cercano Oriente y de la India. La edad de hierro es comparable con el kaliyuga -la era actual- del hinduismo, así como la creación y el rol de la primera mujer, Pandora, nos recuerda a la Eva del Génesis. ¿Transmisión e influencia de relatos mitológicos, una mitogénesis común? Las conjeturas son numerosas.

Bibliografía recomendada

Jenny Strauss Clay, Hesiod's Cosmos. Cambridge, Cambridge University Press, 2003.

domingo, 3 de junio de 2012

"Antígona", de Sófocles.

Antígona es una tragedia de Sófocles, que continúa a la de Edipo Rey. Los dos hijos varones de Edipo, Etéocles y Polinice, se mataron, por lo que asumió el trono de Tebas su tío, Creonte. Éste monarca establece que se harán los ritos funerarios para el primero, mas el segundo permanecerá insepulto porque lo consideraba un enemigo de Tebas, para que las aves y los canes puedan alimentarse de él. Y prohíbe, bajo pena de muerte, que se le honre de cualquier forma.
Antígona, hermana de los fallecidos, decide sepultar y honrar a Polinice por deber fraternal, a pesar del mandato de su tío Creonte. Le explica que hará esto a su hermana Ismene, quien prefiere la vida y obedecer al nuevo Rey.
Al Rey Creonte un mensajero le lleva la mala noticia de que, a pesar de la guardia que rodeaba al cadáver insepulto, este fue cubierto con polvo y recibió los ritos funerarios por alguien desconocido. El monarca rápidamente sospecha que los centinelas fueron sobornados con dinero, y sugiere que alguno de ellos es cómplice. Sin embargo, estos guardias logran atrapar a Antígona y la llevan prestamente al palacio. También fue Ismene por su propia voluntad, pero Creonte decide castigar con la pena de muerte sólo a Antígona -su sobrina y prometida de su hijo Hemón- por haber desafiado su poder. Y es que el Rey cree que sólo la obediencia mantendrá el orden en Tebas, y por ello no vacila en mantenerse tercamente en su posición. Para que la muerte de Antígona no dependiera directamente de él, Creonte ordena su encierro en una caverna.
Hemón, hijo de Creonte, ruega a su padre que la libere. Creonte se niega, a pesar de la amenaza de su hijo, que primero le había dado el consejo dulcemente. Llega, también, el adivino Tiresias y le expresa un oráculo en que vaticinaba males peores por el castigo a Antígona. El Rey, temeroso por esta visión del futuro, va en busca de Antígona a la caverna. La desdichada hija de Edipo se había ahorcado y Hemón había intentado salvarla en vano; éste, también, se quita la vida con una espada delante de su padre. Al retornar al palacio, se entera que su esposa Eurídice también se suicidó al saber de la muerte de Hemón. 
Creonte es el símbolo, entonces, del gobernante que intenta imperar por su sola voluntad, desoyendo las leyes divinas, la prudencia y los consejos; que pretende imponer la obediencia con el miedo, inmisericorde, sin pensar en las consecuencias que pueden desencadenar sus crueles mandatos.
Una tragedia rica en enseñanzas sobre la terquedad y soberbia del poder.

viernes, 1 de junio de 2012

"La Orestíada", de Esquilo.

William-Adolphe Bouguereau, Les remords d'Oreste


La Orestíada es una tragedia de Esquilo que narra el retorno de Agamenón a su hogar, tras largos años como jefe de los aqueos en la guerra de Troya. Su esposa, Clitemnestra, agradece el retorno del Rey y así lo muestra públicamente. Empero estas manifestaciones, cuando Agamenón toma su baño es asesinada por Egisto en connivencia con Clitemnestra.
Egisto, por un lado, quiere vengar la muerte de sus hermanos cuando niños; a Clitemnestra la mueve el deseo de venganza porque Agamenón sacrificó a su hija Ifigenia, antes de que las negras naves partieran a la guerra contra Troya, para que los vientos tracios no impidieran el viaje. Casandra, hija del rey troyano Príamo, fue llevada como esclava por Agamenón. Bien sabemos que su nombre ha quedado como sinónimo de adivina, y es por ese don que le otorgó el dios Apolo que no sólo ve la muerte del Rey Agamenón, sino también la suya.
Clitemnestra, entonces, tomará como esposo a Egisto y ambos gobernarán; para calmar los manes del difunto Agamenón, ordena que se le rindan tributos en su túmulo funerario. Es allí donde se encuentran los dos hijos de Agamenón y Clitemnestra: Electra y Orestes. Allí pergeñan una nueva venganza, que será la muerte del usurpador y su esposa.
Orestes, haciéndose pasar por un viajero extranjero que llevaba la mala nueva del fallecimiento de Orestes -que vivía lejos del palacio por orden de la Reina-, logra matar a Egisto y luego a su propia madre, por órdenes del dios Apolo.
Las Erinnis, los remordimientos, las furias comenzaron a acosar a Orestes, como castigo por el matricidio. Él argüía que fue por orden del dios Apolo y le pidió ayuda. Es así como, tras purificarse, pidió ayuda a la diosa Palas Atenea, de la justicia. Ésta, tras escuchar los argumentos de ambas partes, decide absolver a Orestes y a la Erinnis la transforma en las Euménides, que propician la abundancia y la felicidad en Atenas.
La cadena de crímenes comienza con el rapto de Helena; a partir de ahí, se suceden las desgracias una tras otra, llevando el dolor a todos los hogares. La vida es una alternancia entre momentos felices y tristes, y la decisión de los dioses no puede ponerse en discusión: son ellos los que tejen el destino humano.